sábado, 27 de julio de 2013

Amanecer en brazos de la mujer madura...

Me contaba un buen amigo mientras tomábamos ese café que despertaría a un muerto, que la noche anterior cuando me perdí buscando orugas entre botellines de cerveza y música de los 80', conoció a la mujer más interesante que jamás imaginó que aparecería en su insípida vida de treintañero burgués...
La verdad es que me creó una curiosidad fuera de lo normal, nunca lo había visto tan exaltado y con ese brillo especial que sólo se tiene cuando ocurre algo que sabes que ha marcado tu vida...
Me describió detalladamente desde el desconchón de la pared donde se apoyaron para conocerse hasta el lunar que tenía ella cerca de su ombligo...
Lo maravilloso de la situación fue cuando empezó a describirme con la ternura de un niño cómo eran las caricias de la experiencia...sin pudor fue relatándome desde conversaciones que tuvieron para romper el hielo, si es que lo había, hasta la dedicación que tuvo esa mujer masturbándole toda la noche dejando una huella imborrable en su piel y en su mente...
Decía que tenía las manos de papel y la lengua de fuego...los ojos verdes y el pelo suave y castaño que olía a ceniza y perfume, un perfume especial...
Recordaba su piel perfectamente porque la había acariciado durante horas...era una piel tersa que cubría un atractivo cuerpo de mujer semejante a las diosas paganas de los libros...
No paraba de repetir que, a pesar de sus experiencias, nunca había sentido la unión de dos mentes al mismo tiempo que se unen dos cuerpos...aseguraba que era la experiencia de esa misteriosa mujer y sus ganas y deseo lo que había convertido el momento en algo diferente...
Parece que se despidieron con un beso y él se quedó un rato en la cama viendo cómo se iba su sueño y sin saber si volverían a verse de nuevo...
Yo sonreía y pensaba que se estaba ilusionando demasiado...que ese tipo de personas no buscan jovenzuelos atractivos, sino personas experimentadas que puedan acompañarles en su crecimiento y sobre todo, no hagan preguntas estúpidas propias de la inmadurez...
Me contestó que yo no podía entender algo así...que yo no había vivido una experiencia similar...
Y entonces recordé que hubo un día que yo también desperté en sus brazos, en brazos de la… ¿mujer madura?...

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