sábado, 16 de marzo de 2013

Soñando un día cualquiera....

El aire frío me golpea la cara y adormece mis pensamientos... estoy aquí, en el balcón de mi casa con los ojos cerrados notando como las lágrimas brotan rápido hasta colarse por la comisura de los labios... no se bien de donde vienen, yo no las he llamado, pero me hacen compañía mientras consumo un cigarro a grandes caladas, así como cuando intentamos fumarnos la vida... 
El viento no es fuerte aunque tiene la virtud de despeinar no sólo mi pelo sino también mis emociones... 
Por un momento he notado como la piel del rostro se me caía como una máscara de papel fino que no está sujeta, dejándome desnuda, sin coraza, sin protección... pero no he sentido miedo, sólo alivio... 
La ceniza cae caprichosa sobre mi mano, me quema un poco, pero es agradable el contraste... 
Hay un ruido que me "despierta" de repente, es la realidad que ha venido a sacarme de este trance... un sonido simpático y lejano que se asemeja al aullido de un gato pequeño... 
Reconozco al momento que es la risa de un niño... qué maravillosa sensación de ternura recorre mi cuerpo... 
Está justo debajo de mi ventana, lo acompaña su madre y un gatito pequeño que no tendrá más de un mes... 
Siento que necesito acercarme a ellos y devolverle al menos la sonrisa que me acaba de dedicar el pequeño... 
Cuando bajo me encuentro con una preciosa estampa de la madre con mirada emocionada y orgullosa hacia su hijo... y al lado justo está el niño saludándome mientras con la otra manita sujeta una especie de bola de pelo con ojos azules, el gatito... 
Veo como se acerca con sus pasitos tímidos y se presenta... el pequeño hombrecito se llama Manu y tiene 3 años... 
No se cómo sucede pero de repente lo tengo agarrándome la cara y dándome muchos besos de esos que ensalivan media cara... me quedo sorprendida con la espontaneidad del pequeño, no nos conocemos, pero hemos conectado estupendamente... me deja que toque a su minúsculo gatito y se despide porque dice que va a buscar a su padre... 
Me quedo mirándolos hasta que desaparecen al final de la calle... 
Cuando vuelvo en mi, estoy tan enternecida y emocionada que no soy capaz de disimular mi alegría y río y bailo al son de una música que sólo suena en mi cabeza... 
Al subir a casa pienso que a ese pequeño le debo mucho, me ha regalado su sonrisa y su ternura, quién hace eso a cambio de nada? 
Hoy no es un sábado cualquiera, es el día en que un niño de 3 años me devolvió la alegria con una bonita lección de generosidad e inocencia... 
Quedarán en mi retina esa mirada limpia, esos ojitos vivos, esas manitas suaves, esa bolita de pelo con ojos azules, ese hombrecito valiente, el pequeño Manu y su magia... Sólo me queda dar las gracias a la vida por hacerme partícipe de esos momentos inolvidables y entrañables que tiñen de Sol hasta los días más nublados...

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